Hoy tiene 20 años, pero entre los 6 y los 14, Solange Giménez sufrió la peor de las pesadillas en su propia casa en la localidad linqueña de Bayauca. A pesar de su edad y una difícil historia familiar, hizo una denuncia y el hombre fue condenado. Hoy busca que otras víctimas puedan denunciar casos similares. Bayauca es una localidad con cerca de 500 habitantes, que se encuentra a 23 km de la ciudad de Lincoln por camino de tierra.
La Plata, 20 Abr (Por InfoGEI).- “Hoy estoy feliz y orgullosa de mí misma, de todo lo que logré. Y estoy contando mi historia porque quiero que otras personas vean que sí se puede hacer justicia y lo feliz que después te sentís. La carga que te sacás y lo bien que se siente saber que él está cumpliendo su condena, que está tras las rejas”, dijo Solange Giménez con una sonrisa que transmite una calma que nadie hubiese pensado que lograría después de haber sido abusada de sus 6 a sus 14 años por su padrastro.
De hecho, incluso a ella misma la sorprende el modo en que se para hoy en la vida después del infierno que le consumió la niñez y su adolescencia. “Si a mí me hubieran dicho en 2018 que en el 2024 me iba a sentir así, yo no me lo creía”, dijo durante la entrevista que dio a TeleJunín para instar a las víctimas de abuso a denunciar a sus abusadores. “Por más que haya pasado una sola vez, que no se callen. Siendo mujer, hombre, lo que sea, que hablen”, insistió en medio de un relato de vida atravesado por momentos de dolor que a muchos se le harían insuperables.
“Mi infierno, mi historia, comienza cuando tenía 6 años y duró hasta los 14. Fueron 8 años de abuso sexual”, relató Solange. “Yo lo veía como un padre para mí. Era el que estaba. Si yo me enfermaba, estaba ahí. Pero a los 11 años, cuando nació mi hermano menor, empecé a tener conciencia de que… no era algo normal; que la pasaba mal yo. Me hice señorita y ahí empecé a tomar medidas. Esto no tiene que sucederme, pensaba”.
Según consigna el portal linqueño La Marca, la joven, hoy de 20 años, eligió con delicadeza las palabras para describir las aberraciones que había sufrido, pero sin dejarse caer en el reflejo natural de la victimización. No es esa su idea, sino alentar a otras víctimas de abuso a denunciar la violencia a las que los someten sus abusadores.
“Conmoción en Bayauca por una denuncia de abuso sexual”, decían los títulos de los diarios por mayo de 2018. “Se trata de una chica de 14 años, quien habría sido víctima del accionar de su padrastro a lo largo de varios años”, se aclaraba más abajo. “Yo soy la chica de esa noticia. Me gustaría que muchas personas escuchen mi historia para que sepan que sí se hizo justicia”, escribió Solange en el texto que disparó a la producción de TeleJunín para realizar la entrevista.
La historia
Solange había llegado a Bayauca, partido de Lincoln, siendo bebé. Su madre se había radicado con ella allí tras haber dejado atrás a un marido golpeador en Rancul, La Pampa. Su padre poco y nada se ocupó de su hija, que terminó al cuidado de su abuela materna. Pero la mujer un día enfermó y debía viajar dos veces a Lincoln para someterse a diálisis.
“Como yo iba al jardín, había días que me tenía que quedar en lo de mi mamá con esta persona”, dijo Solange, aludiendo de modo neutro a quien se convertiría poco tiempo después en su abusador. “De a poco, terminé mudándome completamente con mi mamá y con esta persona. Tenía cinco años pero empezó más o menos un año después con los abusos”, recordó.
Inocencia perdida
Cuanto más crecía, a Solange la situación se le hacía más insoportable. “Empecé a odiar mi cuerpo, mi forma de decir; hasta mi forma de vestir odiaba. No me gustaba nada. Me sentía, digo, provocando algo. Que mi forma de decir las cosas lo estaba provocando… Y me lo preguntaba: ¿Qué tengo puesto que lo provoco? ¿Qué es lo que hago? Y me tomó mucho tiempo asimilar que en realidad yo no tenía nada la culpa. Yo solo tenía 6 años”, siguió su relato.
Entonces se decidió a hablar y otra vez la golpeó la tragedia. “La primera vez que yo lo conté, tenía 13 años. Le dije a mi abuela materna: ‘Abusaron de mí’. Nada más. Solo le dije eso y me largué a llorar. Fue un día a las 9 de la noche y esa madrugada le agarró un ACV. Estuvo cuatro días en coma y falleció. De esto también me eché mucho la culpa…”, admitió la joven aunque sin perder la entereza, sin mostrar resentimientos.
En busca de ayuda
Pero ese golpe no le impidió volver a buscar ayuda para librarse del horror que estaba viviendo. “Volví a hablar en la escuela secundaria de Bayauca. Un día me peleaban mis compañeros, entonces golpeé con toda mi fuerza la mesa y dije: ‘Ustedes no saben lo que yo paso todos los días en mi casa’. Y me largué a llorar”.
Su docente hizo salir del aula a los compañeros de Solange. “Y me empezó a preguntar: ‘¿Qué es lo que te pasa?’ Yo no hablaba. Y me preguntaba: ‘¿Te pegan?’… Hasta que me dijo el nombre de esa persona y me preguntó ‘¿Abusa de vos?’, yo no dije ni sí ni no. Me largué a llorar. Y ahí se dio cuenta…”.
Dilema
“Ella fue quien me ayudó muchísimo a contarle a mi mamá, a que todos sepan”, contó Solange sobre esta docente que la acompañó en el momento crucial de revelar al mundo quién abusaba de ella. “Mi mamá quedó en shock. Yo no podía decírselo. Se lo dijeron los de la Comisaría de la Mujer de Lincoln. Fue muy chocante para ella: era su pareja, el padre de su hijo, porque también estaba su hija… Había muchas cosas. Entonces, como que le costó creer y caer”.
Comenzó un juicio que también conllevó su gran cuota de angustia para Solange. A su abusador lo condenaron a 10 años y 6 meses de cárcel. ¿Estás conforme? Solange respondió: “Obviamente que no. Todo el sufrimiento que yo viví. No solamente los 8 años de abuso, sino también el proceso para poder superar todo; de estar bien conmigo misma, de aceptarme tal cual soy. Fue difícil. Costó mucho”, remarcó.
El acoso continuó
Es que mientras se desarrollaba el juicio, su padrastro continuó un tiempo acosándola por teléfono. “Sacó mi número del celular de mi hermanito. Me decía barbaridades. Tenía mucho miedo. No quería salir ni a la vereda de mi casa. No aguanté más y ahora mi mamá tiene una pareja nueva que es una persona de Dios. Es increíble esa persona. Y justo andaba en Lincoln, entonces les dije: ‘Cómprenme un chip’. Llorando. Me agarró un ataque de pánico que no aguantaba más…”.
Pasaron tres años de aquél momento. Ahora las sonrisas afloran con serenidad en la cara de Solange, trabaja como modelo y se animó a compartir este testimonio por TeleJunín tras hacerlo con un emotivo posteo en sus redes sociales. “Hoy estoy bien. Ya no me afecta esa persona. Si la tengo que nombrar no me afecta. Está mi hermanito -tiene 9 años- y toda la vida vamos a tener algo en común con esa persona. Con los psicólogos trabajé mucho porque yo veía al tipo en la cara de mi hermano. Físicamente es el calco de él. Pero ya lo asimilé”, dice con otro brillo de felicidad en su rostro al hablar del nene. (InfoGEI)Ac
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