César Baldoni, representante del INTA, analizó que las últimas lluvias registradas y las previstas “permitirían recuperar los suelos y cultivos”, luego del difícil período de sequía atravesado.
“El pronóstico indica que hay tres eventos importantes de lluvia en el centro del país, y coincide con lo que comentábamos en la Mesa del Agua, que en el mediano plazo se daría una regularización del clima hacia fines del verano. Podría adelantarse un poco esto, si se recuperan las lluvias, como están previstas para este fin de semana y para los primeros días de febrero”, señaló.
“Esto permitiría recuperar bastante los suelos y los cultivos”, consideró, aunque destacó que la caída de las precipitaciones es disímil: “En Junín hemos detectado, en 3 kilómetros de diferencia, 20 milímetros de diferencia en la lluvia caída” y pronosticó que “la normalidad irá ocurriendo a medida que las lluvias ocurran más seguido”.
Desde el INTA se realizan proyecciones sobre el sistema, y explicó que “estaríamos avanzando hacia un régimen normal de lluvias, que para la zona de Junín son de mil milímetros anuales”.
Baldoni observó que “venimos de tres años de déficit, con lo cual recuperar esto. Las napas están con mucha profundidad, y en otros años cuando llovía poco, el maíz -que es un cultivo que podría utilizar agua de las napas- no puede hacerlo y dependerá exclusivamente de las lluvias”.
Antes de las últimas lluvias, el INTA elaboró un informe sobre lo que se venía monitoreando, y luego de los fenómenos previstos “volveremos al campo a ver el impacto real que tendrá y la evolución en los sectores críticos vamos a poder conocerla en diez o quince días”.
Por otra parte, el representante del INTA dijo que “hubo temperaturas por encima del promedio desde fines de la primavera hasta ahora, no sólo en la región de Junín sino centro y norte, sur de Santa Fe y Córdoba, que sufrió una afectación mayor a la nuestra, con pérdidas más importantes para la agricultura, e incluso menores lluvias”.
Además, destacó “los eventos extremos” que ocurren, con “temperaturas de 30 grados y poca humedad, polvo en el ambiente”, que impulsaron “grandes pérdidas en hectáreas de trigo y obligó a sembrar el maíz más hacia fines de diciembre para aprovechar las lluvias”.
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