En la nuestro país, por la ley 11.544, la jornada laboral legal máxima es de 48 horas semanales, una de las más altas a nivel mundial. Mientras que la jornada laboral efectiva ronda entre las 38 y las 40 horas.
En los últimos días, el senador Mariano Recarde fue uno de los principales impulsores del debate y citó varios experimentos que se vienen dando en distintas partes del mundo respecto a esta iniciativa. “Trabajar 4 días no es menos trabajo. Es repartir mejor el empleo. Es aumentar la productividad. Es disminuir los accidentes de trabajo. Y es el futuro”, dijo el legislador.
Asimismo, el año pasado, el diputado Hugo Yasky –uno de los 12 legisladores nacionales de origen sindical que habita la Cámara baja– presentó un proyecto que busca la reducción de la jornada laboral legal de 48 a 40 horas semanales.
“El objetivo del proyecto es reducir la carga de horas semanales para que más trabajadores que están en la informalidad sean contratados y pasen a la esfera formal”, argumentaba en aquel entonces Yasky, de la CTA de los Trabajadores.
El Grupo 25 de Mayo, que integran Yasky y la diputada Fernanda Vallejos entre otros dirigentes oficialistas, también viene intentando instalar el debate. En su última proclama, del 9 de julio pasado, propone “reducir la jornada laboral conforme con los objetivos de alcanzar el pleno empleo, el crecimiento de la masa salarial y la necesidad de que los trabajadores y trabajadoras no vivan para trabajar sino que trabajen para vivir, disponiendo del tiempo y los recursos suficientes para disfrutar de los afectos, el arte, la reflexión, el estudio o la cultura, mejorando la productividad de la sociedad”.
Al tema también se refirió días atrás la ministra de Trabajo, Mara Ruiz Malec, consultada en una entrevista radial por AM 750: “Nosotros tenemos una de las jornadas legales más extensas en el continente y probablemente en el mundo occidental, que incluso está considerada como sobretrabajo. Creo que hay una posibilidad de empezar a discutir una reducción. Realmente se trabaja muchas horas y no siempre eso redunda en mayor productividad”, dijo.
Las experiencias en el mundo
Días atrás se conocieron las conclusiones de un estudio realizado en Islandia durante cuatro años, entre 2015 y 2019, que reveló que trabajar menos horas por el mismo salario mejora el bienestar de los trabajadores, sin que se produzca una merma en la productividad.
Durante esos cuatro años, unos 2.500 empleados del sector público participaron en dos grandes ensayos, trabajando entre 35 y 36 horas semanales de las 40 que eran habituales, sin reducción en sus salarios.
De los ensayos surge que el bienestar de los trabajadores aumentaba “drásticamente” en una serie de indicadores, desde el estrés percibido y el agotamiento, hasta la salud y el equilibrio entre la vida laboral y la personal.
Pero la idea de reducir la jornada laboral también se discute en otros países. El gabinete del primer ministro japonés Yoshihide Suga está promoviendo una semana laboral de cuatro días: el punto principal de la propuesta es que las autoridades esperan que un día libre adicional cada semana anime a la gente a salir y gastar, impulsando así la economía.
En España el debate ya comenzó. “Con la semana laboral de cuatro días (32 horas), nos lanzamos al verdadero debate de nuestro tiempo”, escribió en Twitter Iñigo Errejón, referente de Más País. A comienzos de año, el presidente español Pedro Sánchez anunció un ambicioso plan para establecer la semana laboral de cuatro días y destinar 50 millones de euros a empresas en su adaptación a este nuevo modelo, pero la euforia inicial comenzó a disiparse frente a algunas críticas.
Asimismo, la región también cuenta con propuestas legislativas en ese sentido. En Chile se impulsó el debate y Colombia avanza en un camino parecido. En este último país, la iniciativa plantea que la reducción sea gradual, es decir, cada año se bajarán 2 horas de la jornada actual, desde 2023 y hasta 2026, hasta llegar a las 42 que prevé la ley. (DIB) MCH
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