La decision de Kicillof de reabrir escuelas corona dos semanas de centralidad y funcionan como un disparo de largada de la cmapaña. Ahora viene más presencia territorial. En la oposicion, la pelea interna impide hacer foco en la crítica económica. Más señales sobre el desembarco porteño de Vida, y resistencias a la ampliación del espacio en PBA. ¿Se desinfla la interna porteña con Bullrich?
Por Andrés Lavaselli
La decisión de reabrir las escuelas en el Conurbano, que responde a una lógica epidemiológica pero incorpora elementos de cálculo político, es apenas el punto culminante de un movimiento más amplio: En dos semanas de anuncios de alto perfil, Kicillof terminó de posicionar a La Plata como el polo más activo del Frente de Todos y, a la vez, dio el disparo de largada para la campaña electoral en el territorio bonaerense.
Sorpresiva para muchos, contradictoria al menos en la superficie con declaraciones previas Alberto Fernández y Nicolás Trotta y con la historia de un distrito renuente al extremo a las aperturas anticipadas, Kicillof vio que los índices objetivos le permitían pasar todo el Conurbano a fase 3 y no dudó: Esa decisión era la llave final para pasar a una ofensiva política.
La lógica es la siguiente: Dar alguna señal respecto de la presencialidad escolar –y de una mayor apertura en general- es hablarle a un sector de las clases media y media-baja muy fatigado por los cierres. En el gobierno intuyen que en buena medida está compuesto de ese tercio de votantes que define las elecciones mutando de preferencia de acuerdo a cada coyuntura, y que habiendo apoyado al FdT en 2019 podría ahora optar por la oposición.
Además, en el Conurbano, y en La Plata también no dejaba de escalar el movimiento de padres que reclamaba la reapertura de las escuelas. Ya se hablaba, incluso, de instalar una protesta permanente frente a Olivos y otra en Gobernación. Los intendentes opositores venían pidiendo la medida desde antes, pero desactivar esa creciente participación crítica en las calles terminó por convertirse también en un reclamo de alcaldes oficialistas.
La centralidad comunicacional de Kicillof del viernes contrastó con una semana letal para el Presidente Fernández en esa materia. Pero es índice de un movimiento más profundo: La creciente importancia de La Plata como polo de poder interno. La famosa mesa de los lunes, que reúne a Kicillof con Massa, Máximo Kirchner, Katopodis, Ferraresi, Insaurralde y Fernando Espinosa es solo el ejemplo más evidente.
Como foco de irradiación de políticas a veces se exagera su influencia, pero su supervivencia pese a las lecturas sobre la erosión del poder de Fernández que supone es todo un dato. En materia electoral, significa por lo pronto que el Gobernador tendrá más injerencia en el armado de listas de la que se suponía que iba a tener.
El efecto campaña de los anuncios se completa con la compra de vacunas. Acá el gobierno nacional jugó su parte para que Buenos Aires fuese la primera provincia en cerrar un acuerdo de compra. La razón es obvia: Quisieron impedir que Rodríguez Larreta se les adelantara. ¿La deuda le reportará un tercer golpe de efecto al Gobernador? Por lo pronto esta semana habrá una nueva oferta a los acreedores.
Sobre esa base, el Gobernador profundizará la presencia territorial para mostrar gestión, la base de su campaña- Y le pidió a sus ministros que hagan lo mismo. No esperó a Nación: Se plegará a la estrategia de la Casa Rosada cuando arranque.
Pases, resistencias y demoras
Mientas, en la oposición el voltaje de la discusión interna impide el desarrollo del discurso económico que, coinciden allí, debería reemplazar a las críticas de la campaña de vacunación. No solo porque la pandemia no hizo más que agravar problemas como la inflación y el desempleo, de gran impacto en el humor social. Sino porque en el oficialismo hay diferencias internas profundas en cuanto a cómo revertir ese cuadro.
Es un retraso que Juntos por el Cambio tal vez comience a revertir esta semana, en una reunión que podría resultar clave para saber si habrá o no interna amplia en la Provincia, con liberales y peronistas no K incluidos. El que ya dijo no es Florencio Randazzo, que asegura que igual se presentará como tercera vía. El chivilcoyano no cesa en su intento de sumar a Emilio Monzó a su espacio, aunque este ya dijo que no se irá de JpC.
Uno de los puntos que tendrá que debatirse en ese encuentro es la ya explícita resistencia de la Coalición Cívica a esa ampliación. Y del radicalismo. Al menos del radicalismo oficialista, que empuja una candidatura de Facundo Manes que aparece todavía verde. Gustavo Posse también se sumó al lote para competir contra el desembarco de Diego Santilli.
Que esa discusión exista es un indicio fuerte que Vidal ya tomó la decisión de mudarse a Capital (para ser candidata o no). El hecho de que se filtren nombres de colabores suyos para ingresar como ministros al gobierno porteño en el marco de su desembarco, es otro. El último escollo (¿la última condición?) para concretar el pase ahora parece otra: Vidal dice que no quiere una interna con Patricia Bullrich. (DIB) AL
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