El medio de mayor trascendencia en el noroeste bonaerense es la vidriera donde se reflejan las historias locales, la tribuna escrita donde los juninenses pueden expresar sus opiniones y hacerse oír.
Cuando en 1917 el entonces presbítero Vicente Peira se hizo cargo de la parroquia San Ignacio de Loyola proveniente de la localidad de Exaltación de la Cruz y decide prolongar aquí su otra vocación, además de la religiosa, que era el periodismo al que consideraba una importante herramienta no solamente de evangelización sino de fortalecimiento de lazos entre los miembros de una comunidad, la ciudad ya tenía noventa años de existencia y estaba transformándose de aquel pueblo que tuvo su embrión en el Fuerte de la Federación en 1827, en una ciudad pujante, a la sombra de sus talleres ferroviarios.
Y es precisamente La Verdad la que contribuye en importante grado a ese desarrollo y mancomunión entre aquellos juninenses, verdaderos pioneros que soñaban y pergeñaban el Junín de hoy.
Ha sido este diario una herramienta que propició ese desarrollo y es este diario el medio por el que en este ya avanzado siglo XXI podemos ir reconstruyendo esa sociedad de hace un siglo atrás, porque ha perdurado en el tiempo, se afianzó y acompaña a la ciudad en forma ininterrumpida desde hace 101 años, convirtiéndose en un elemento esencial para el historiador.
Cuando el diario La Verdad vio la luz, hacía ya cinco años que se había derribado el muro del ferrocarril que cortaba la entonces calle Mendoza, hoy Roque Sáenz Peña. Hacía cinco meses las calles denominadas en ese momento Santa Fe, Rioja, Entre Ríos y Tucumán pasaron a llamarse Carlos Pellegrini, Presidente Quintana, Almafuerte y Ameghino, respectivamente.
En lo deportivo, Sarmiento ya era noticia: se coronaba como primer campeón del fútbol de Junín adjudicándose el primer torneo oficial organizado por la Liga Deportiva del Oeste donde venció a Club Junín por 4 a 0.
Desde hace 103 años, el diario La Verdad es la vidriera donde se reflejan las historias locales, la tribuna escrita donde los juninenses pueden expresar sus opiniones y hacerse oír. A través de estos años se generó un vínculo entre los lectores y el medio, siempre en un marco de absoluta libertad de expresión, generándose una sinergia que redunda en multiplicación de voces.
La libertad de expresión no es sólo un mandato constitucional sino un valor que no se negocia y eso motiva a ser todos los días respetuosos y guardianes de la misma. Este aniversario invita a seguir reforzando estos principios, a prosperar como medio de comunicación y a seguir informando.
Monseñor Peira en Junín y la Iglesia
Monseñor Vicente Peira nació en la ciudad de Chivilcoy el 17 de marzo de 1884. Ingresó al Seminario de Buenos Aires, en el que se ordenó como sacerdote el 21 de diciembre de 1909. Ejerció su ministerio en Avellaneda y en Mar del Plata como Teniente cura y posteriormente como cura párroco en la Exaltación de la Cruz donde fundó un colegio y un periódico. En 1917 fue traslado a Junín donde ejerció el periodismo católico en el Diario “La Verdad”.
Nuestro diario es el decano de la prensa juninense. Nació al impulso de la noble inspiración de su fundador, monseñor Vicente Peira, siguiendo desde 1917 a Junín en sus inquietudes, en sus alegrías y en sus esfuerzos de progresos. De la figura de monseñor Peira se puede decir que era un párroco de intensa vitalidad, que, lejos de acotarse a las tareas específicas de su función, extendería sus iniciativas a campos tan diversos como la pastoral de los pobres, los barrios alejados del centro, la Acción Católica, la educación de la niñez, las obras sociales, la historia local y el periodismo en todos sus aspectos.
La inquietud pastoral del nuevo párroco en aquel tiempo no conoció límites. Bregó y obtuvo la presencia de las religiosas de la Virgen Niña en el entonces hospital de Caridad y en el Asilo de Niñas “Hogar Belgrano”. Extendió su solicitud pastoral a los barrios alejados de aquel tiempo como la capilla en Tierra del Fuego, hoy la parroquia Sagrado Corazón del Barrio Belgrano y también Pueblo Nuevo y Agustín Roca supieron de su celo pastoral y dedicación al bien espiritual del pueblo.
Promovió la creación del Círculo Católico de Obreros y durante largos años esa institución fue testigo de la preocupación del Padre Peira por realizar una mejor comprensión entre la Iglesia y las fuerzas del trabajo. Fundó la Escuela Parroquial del Círculo de Obreros que impartía enseñanza enteramente gratuita.
También dedicó muchas horas de su tiempo a reconstruir la historia de nuestra ciudad. Requirió datos, se puso en contacto con las fuentes y consultó los archivos oficiales hasta logra desentrañar del pasado capítulos íntegros de nuestro pasado. La herencia más preciada que el Padre Peira legó a su querido Junín fue La Verdad. Los comienzos fueron muy humildes, como toda obra llamada a perdurar. Inició su camino en un taller en calle Belgrano, detrás del templo parroquial.
Monseñor Peira llegó a nuestra ciudad en los primeros días de marzo de 1917. La primera acta de bautismo firmada por él está fechada el 11 de marzo de ese año y el niño bautizado se llamaba Julián Francisco, hijo de Casinda Maldonado, siendo sus padrinos Francisco Orillano y cristina Rodríguez. El primer matrimonio bendecido por nuestro fundador fue el de Pedro Sibilla (23 años) y de Josefa Bértola (20 años). Peira trajo una imprenta de su anterior destino, Exaltación de la Cruz, donde también había fundado una hoja semanal. Esa imprenta consistía solamente en dos “Minervas” y las clásicas cajas de composición. Con estos elementos, ocho meses después de su arribo comenzaron los fundamentos del hoy diario, entonces semanario, pero que no cesó de crecer y enraizarse en la familia juninense.
A partir de entonces, La Verdad fue el pionero no solamente en su contenido periodístico, sino también en la incorporación tecnológica de equipos y maquinarias que se iban incorporando al mundo gráfico. El sueño inicial de un gran diario se estaba haciendo realidad cuando la Iglesia llamó al padre Peira hacia responsabilidades más amplias en la provincia de Catamarca donde fue consagrado obispo diocesano. Dejo su diario como legado perpetuo de un alma generosa.
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