Amigos y amigas, quiero invitarlos a profundizar a través de estas reflexiones en el pensamiento del Papa Francisco, que es consecuencia de una experiencia profunda de la misericordia, que es fruto del amor de Dios en su vida. La frase “Dios es Amor” forma parte de la esencia magisterial de Francisco, y con su testimonio, siendo hombre de esperanza, nos invita a nosotros abrirnos a una realidad nueva. La esperanza es una virtud infundida por Dios en el corazón del hombre, es un don; solamente puede esperar algo, aquella persona que en su vida experimenta el amor, el amor nos invita abrirnos a algo más; la esperanza es producto de la experiencia de sentirse amado.
Hoy día vivimos en un mundo que quiere manipular a los hombres, que continuamente está destruyendo identidades, desde las más básicas hasta las más profundas, para obrar en contra de los hombres, es la denominada cultura del individualismo, la globalización de la indiferencia, donde el hombre no se descubre en relación con los demás, sino que se preocupa por sí mismo. Es un mundo que tiene en cuenta a pocos, donde la economía es para pocos, donde la comida es para pocos, en definitiva “vida para pocos” y mucho para pocos. El 26 de agosto pasado, el Papa nos llamaba a reflexionar en torno a la crisis que genero la pandemia diciendo: “La pandemia actual ha puesto de relieve y ha agravado algunos problemas ya existentes, especialmente la brecha entre las clases sociales. Esto hace que muchas personas corran elpeligro de perder la esperanza. La desigualdad que se vive revela una enfermedad social”
Tristemente en nuestro país, al Papa se lo reconoce muy poco como un sucesor de los Apóstoles, como cabeza de la Iglesia católica; generalmente se tergiversa su mensaje y se lo reduce solamente al ámbito político. Francisco es más que un hombre político, es una persona anclada en Jesucristo, que no se cansa de anunciar su evangelio, que no se cansa de predicar el amor de Dios que él ha experimentado en su vida. Si tomamos el texto bíblico y vamos al pasaje donde Jesús sube a un monte y comienza a ensañar a los discípulos nos vamos a encontrar con el núcleo y la identidad del cristiano, no solamente del católico sino de toda persona que esté dispuesta a seguir y a comprometerse con el mensaje Jesucristo. Todo el capítulo 5, 6 y 7 del Evangelio de Mateo es el sermón del monte, pero en el inicio del sermón del monte, están las bienaventuranzas. Jesús nos marca el lenguaje y la mira propia de ser cristianos, que no es que deje a nadie afuera, lo que hace es definir una identidad: si somos cristiano es porque hemos elegido libremente seguir el estilo de vida de Jesús, y ahí está el centro del estilo de vida de Jesús. Francisco sin duda ha interiorizado el mensaje de Jesús, se ha configurado con el mensaje de las bienaventuranzas, es por eso que él llama a una Iglesia pobre para los pobres, donde llama a todos los cristianos a comprometerse con los mas débiles, descartados, los dejados al margen. Él llama a hacer la opción preferencial por los más pobres; Ha descubierto la identidad de ser cristiano.
Las bienaventuranzas son mensajes de felicidad, es una invitación abrirse a la esperanza, de parte de Jesús para los que no la pasaban bien en su época, para aquellos que no tenían posibilidades, que eran despreciados; en el mensaje de Jesús es Dios quien habla, en su mirada es Dios que mira. Los hombres no sabemos mirar como Dios, miramos apariencias y pres-jugamos; Dios mira desde adentro, Dios mira el corazón, mira nuestro interior y pase lo que pase nos AMA, pase lo que pase, vivamos lo que vivamos nos ama. Jesús anuncia la felicidad pero… ¿Felices cuándo? ¿Felices por qué? Felices porque el reino es de ustedes, felices porque Dios los ama. Felices porque el reino de Dios es de ustedes, de aquellos que no poseen nada; Dios les regala su reino, que es su amor, su dignidad, que es todo eso que nadie absolutamente nadie, por más poderoso que sea humanamente, te puede sacar. “Felices ustedes los que tiene alma de pobre”, los que esperan todo de Dios, los que saben que solamente Dios puede llenar nuestra vida, y lo creen, y lo esperan.
El mundo no quiere esto, como toda la realidad de búsqueda de poder, a la voluntad de Dios, le da la espalda. La mirada de Jesús sobre nosotros, sobre este mundo golpeado por tanta muerte, por tanta enfermedad, por tanta angustia podríamos preguntarnos: ¿Cómo nos mira Dios? ¿Qué diría hoy Jesús? Francisco nos invita a que con la mirada fija en Jesús, y unidos como comunidad, actuemos todos juntos, con la esperanza de generar algo diferente y mejor. La esperanza cristiana, arraigada en Dios, es nuestra ancla. Que aprendamos a mirar como Dios, sabiendo que cada persona es amada por Dios y que como seguidores de Jesús tengamos un lenguaje de vida, de felicidad, de paz, de invitar a la alegría y a la esperanza.
Julián Ledesma
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