Otro de los motivos para ejercitar nuestra imaginación en esos lindos años, era él tratar de determinar como era la fisonomía de la gente exclusivamente de radio, es decir locutores, periodistas, relatores y comentaristas deportivos, y un sinfín de hombres y mujeres sin rostro que a diario oíamos por los receptores y que no teníamos posibilidades de conocer, ni por fotografía.
A los actores que escuchábamos en la radio, generalmente los veíamos en el cine o en alguna “Radiolandia” que siempre aparecían en nuestros hogares. A los deportistas los conocíamos por “El Gráfico” ó “Goles”, a los directores de orquestas y sus cantores por la revista “El alma que canta” ú otras dedicadas a la música popular, pero muchas voces quedaron grabadas increíblemente en nuestro recuerdo sin facciones.
Realmente fue curiosa, la manera que tuvimos de conocer el rostro de los relatores y comentaristas más renombrados del fútbol nacional; fue por intermedio de las figuritas “Estarosta” que vendía “Cachito” Lafarge, en su primer kiosco “Avenida”, en la vereda del ex Banco Provincia, hoy Correo Argentino, sobre la Avenida Dunckler.
Así conocimos entre otros a Joaquín Carballo Cerantes “Fioravanti”, Alfredo Curcu, Eugenio Ortega Moreno, Bernardino Veiga, Ricardo Arias, Damián Cané, Horacio Besio, Félix Daniel Frascara, “Borocoto”, Enzo Ardigo, Miguel Ángel Merlo, Pedro Valdez, Osvaldo Cafarelli y Horacio Garcia Blanco.
Recuerdo una tarde habíamos comprado figuritas y estábamos ansiosos abriendo los paquetitos, en busca de las difíciles que no teníamos para completar los álbumes. Estaba con nosotros, el “Negro” Reinaldo Omar Galíndez, de pronto este buen amigo, observó una figurita…, abrió desmesuradamente sus ojos y señalándola, totalmente alelado, nos exclamó ¡Honrra!… Intrigados, nos acercamos a mirarla y comprobamos que había confundido a José María Muñoz, “El relator de América”, con nuestro vecino Don Miguel Hojraj. Las cargadas duraron mucho tiempo y solo fueron atenuadas, por la proclividad del querido “Negro” de arreglarlo todo a trompadas y aún más cuando lo cargaban.
Con la radio, tengo otro recuerdo imborrable que guardo entrañablemente. Tuvo su epicentro en la zona rural de Triunvirato, en el Partido de Lincoln. Allí vivía mi tío Miguel, hermano de mi abuelo Antonio, con su familia trabajando en un tambo. En las vacaciones de invierno, yo no concurría a los lugares típicos de turismo, iba a Triunvirato y más aún, me jactaba ante mis amigos de esa experiencia. Mi mamá me subía al colectivo de Mario Baruscotti y en la tranquera del campo me esperaban los parientes.
Realmente, pese a que nunca tuve mucha inclinación por la vida de campo, la pasaba muy bien, ya que me trataban con mucho cariño y me brindaban una atención superlativa.
Un domingo a la mañana, con amenazas de lluvia, mi tío como era su costumbre con lápiz y papel para anotar los tiempos, se pegó a la radio a batería para escuchar la carrera de Turismo de Carretera que se largaba alrededor de las 8,00 hrs. y se extendería hasta el mediodía.
El primer contratiempo que lo intranquilizó, fue cuando le pregunto al hijo menor…
- ¡Lucho! ¿Hiciste cargar la otra batería? –
El silencio a su pregunta, fue una repuesta contundente. Pero, el buen desarrollo de la carrera, con Juan Gálvez en la punta, le hizo olvidar momentáneamente aquella situación. Con el avance de la prueba y de la mañana, comenzó a disminuir la potencia de la transmisión y a aumentar las descargas producto de la tormenta en ciernes.
Más aún se complicaba la escucha, cuando el relator se comunicaba con el avión o con un puesto ubicado en una localidad distante al del origen de la transmisión…
- ¡Llamando, llamando el avión!, decía el copiloto de la nave que seguía a los punteros.
- ¡Adelante! ¡Adelante el avión de cosechadoras Rotania!, del llano a la montaña cosechando con Rotania!
- ¡Aquí el brrrrrrrr…de cosecha…bbbrrrrrrr…nia! Marcha rá…brrrrrrrrrr…brrrrr…del punterbrrrrr…Gálvez, lo sigue su brrrrrrrrrrrrrrrr Oscar Gálvez, y más atrás el Chevrolet de Marquitos Ciani de Venado Tuerto brrrrrrrrr…-
- ¡Gracias el avión de brrrrrnia! – dijo Don Andrés Rouco.
- ¡Atento Rouco! ¡Atenbrrrrrrrrrrrco! – llamaban con premura.
- ¡Adelante Milisich, en el puesto Anan de brrrrrrrrrrrrrrno!
- ¡Aquí vienen, allá van, todo usan ropas Abrrrrrrrrrrrrrrrr! Impresionante el andar del sapito de Venabrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr Ciani, ya está pegado a la cola de brrrrrrrrrrrrrr… Gálvez. A quien supera por brrrrrrrrrrrrrrr neto brrrrr. Y se acerca al puntero de brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr an Gálvez
A la par que la escucha era cada vez más complicada, mi tío comenzó a ponerse muy nervioso, pese al transitorio triunfo de “Juancito” Gálvez y se acordó de su benjamín…
– ¡Lucho! y la pu… – me vio, paro la puteada, me hizo una sonrisa forzada y se pegó aún más a su radio receptor.
– ¡Lla…bbbbrrrrrrrrrrrrrrrrrrr do el…bbrrrrón! – reclamaban del avión.
– ¡Adelante!¡Adelante! el brrrrrrrr de brrrrr nia…del llano a bbrrrrrrrrrrrrrrrrrrr chadoras…brrrrnia! – se emocionaba el conductor programa-
-¡Aquí el bbrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr nia!… ¡Abandobrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.de la máquina núbrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr el reprebrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!. Se baja del aubrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr y hace la caracbrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr de no va másbrrrrrrrrrrrrrrrr!-
– ¡Gracias, avión de brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrnia! ¡Abandona la competencia bbbrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr! ¡Lamenbrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr faltando tan pobrrrrrrrrrrrrrrrrrrr para el fibrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr donabrrrrrrrrrerrrrrrrrrrrrrrrrrrr!
Mi tío Miguel, se paró y le hablaba a la radio…
- ¿Quién abandonó? La reputis…… al diablo con la prudencia; en la cocina había un silencio sepulcral, solo roto por la voz alterada de aquel buen hombre totalmente fuera de sí y del brrrrrrrrrrrrrrrrrr cada vez más persistente.
- ¡Informa Fricbrrrrrrrrrrrrrrrrrrel la clasificación parbrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr de la cabrrrrrrrrrrrrrr!, primero brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, lo sigue a 2 minutos brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr y tercero el hombre de brrrrrrrrrr
rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr en gran actuación.
El clima en la cocina era tremendo. Yo ya veía a la radio en el patio; Rosita, la prima de mi mamá, ya le estaba diciendo adiós al baile de esa noche; José el otro hijo varón se estaba olvidando de ir a visitar a la novia a la tarde, mí tía Candida ya se había quemado tres veces las manos, tanteando el agua para los tallarines y Lucho ya no era visible por el lugar. El Tío, abría y cerraba los brazos, mirando cada vez más enardecido al cada vez menos audible receptor y a sus preguntas airadas, le respondía un brrrrrrrrrrrrrrrrr cada vez más elocuente.
– ¡Atenbrrrrrrrrrrrr últimos mebrrrrrrrrrrrrrrr de la cabrrrrrrrrrrrrrrrrr! ¡de Buenos Aires a brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr cárguelo a Rabione!… A la distancia se observa brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr
la polvareda que brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr rrrrr el puntero de la competencia brrrrr ¡Atención! la gente explota de brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr va a ganar… brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr ganó…brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr el representante de brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, máquina núbrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!- exclamaba el relator.
- ¡La pu………………………………………….! – profería cada vez más exaltado el tío Miguel, preguntándonos a todos los presentes… ¿Quién ganó?… ¿quién ganó?… ¡Me quieren decir quien ganó!¡carajo!…
Un silencio patético le respondió. A espaldas del apasionado escucha, mí tía se persignaba mirando al cielo. Rosita ponía temblando los platos sobre la larga mesa y hasta los perros de la casa, belicosos y ladradores como pocos, permanecían echados en silencio en el patio, como esperando el desenlace de la caótica situación.
La radio ya era un brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr continuo. El clima en el interior de la casa era cada vez más tenso. Parecía que en cualquier momento los truenos que se escuchaban en el campo, surcarían aquella entrañable cocina de piso de tierra.
De pronto el milagro…
- ¡Llamando parque brrrrrrrrrrrr do!
- ¡Adelante par… brrrrrrrrrrrrr rado, con acoplados Montenegro!
- ¡Gra…brrrrrrrrrr, aquí por gentileza de acobrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr negro, la brrrrrrrrrrrrrrrrr del brrrrrrrrrrrrrrrrrrr nador brrrrrrrrrrrrrrrrrrr tante “Atma” ¡“Juancito” Gálvez! brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
- ¡Ganó “Juancito”!… ¡Ganó “Juancito”! … ¡Ganó Juancito!… gritaba desaforado mi tío.
La tía Candida elevaba los brazos agradeciéndole a Dios la maravilla acaecida. La Rosita revoleaba el repasador pensando en el baile de la noche. José, practicando para la tarde, se abrazaba a “Lucho” que repentinamente reapareció en la cocina y los perros ladraban felices en el patio. El brrrrrrrrrrrrr… era apenas un murmullo.
Después almorzamos en paz, todos contentos, menos yo. Mi tío nunca se enteró, que, pese a las peripecias vividas, yo había hecho fuerza fervorosamente por Marquitos Ciani y había suplicado en silencio por el abandono de “Juancito” Gálvez. Sí se hubiera enterado brrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr.
Juan Carlos Cambursano
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.