En los primeros 6 meses de vida el niño debe recibir 11 vacunas, que son la pieza fundamental para comenzar a desarrollar inmunidad contra un grupo de enfermedades graves y prevalentes. Sin embargo, como consecuencia de la pandemia desde la Sociedad Argentina de Pediatría advierten que entre 3 y 4 de cada 10 bebés no fueron inmunizados.
Esas vacunas son fundamentales porque son las que protegen contra la tuberculosis, hepatitis B, meningitis por neumococo, difteria, tos convulsa, tétanos, meningitis por Haemophilus influenzae tipo b, polio, infección grave por rotavirus, influenza (gripe) y enfermedad por meningococo.
Dicha inmunidad es lo que le permitirá interactuar sin riesgos o con un riesgo disminuido en futuras actividades escolares, guarderías, en los juegos en la plaza o en reuniones familiares. Además, al estar protegido y evitar la circulación del agente infeccioso, indirectamente también estará resguardando a otros niños y adultos mayores que por diferentes razones no pudieron vacunarse, contribuyendo a generar la ‘inmunidad de rebaño’, término con el que se ha familiarizado la comunidad en los últimos meses.
Pero desde la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) alertan por una alarmante falta de vacunación a causa de la cuarentena obligatoria en los niños pequeños nacidos durante la pandemia: “Se estima que entre 3 y 4 de cada 10 niños no han completado la totalidad de vacunas incluidas en el calendario nacional de inmunizaciones para los primeros 6 meses, pese a que como bien se sabe son gratuitas y obligatorias”, afirmó Elizabeth Bogdanowicz, infectóloga pediatra, miembro del Comité de Infectología de la SAP.
“Los niños recién nacidos dejan las maternidades habiendo recibido las 2 vacunas correspondientes (BCG y Hepatitis B) y un gran número no está regresando por las otras 9. El miedo al contagio por Covid-19, la falta de acceso al trasporte público, y seguramente otras circunstancias están atentando con el cumplimiento del calendario de vacunas”, amplió.
Para Carlota Russ, médica infectóloga y representante de la Sociedad Argentina de Pediatría ante la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn), “muchos de los chicos nacidos en pandemia no salen de su casa, lo que significa que tampoco se hacen los controles mensuales y no se aplican las vacunas. Los padres, a causa de la cuarentena, solo consultan con el pediatra (generalmente por telemedicina) si los chicos tienen algún síntoma, pero están difiriendo la vacunación y esto hace que se acumulen las dosis a recibir”.
De acuerdo a las especialistas, uno de los problemas es que un grupo de esos niños, que por distintas condiciones son susceptibles a determinadas enfermedades, no van a estar debidamente protegidos. Incluso en aquellos de hasta 2 años de edad se nota una interrupción de los esquemas de vacunación. “Esto sucede en momentos en que no hay ningún faltante de vacunas. Incluso desde las autoridades sanitarias se promueve la inmunización ampliando la disponibilidad de lugares abiertos e incentivando a los padres a concurrir a los vacunatorios oficiales y a los centros de salud y hospitales”, insistió Russ.
De acuerdo a un trabajo llevado a cabo en el mes de mayo de este año por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la UCA en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) un 22% de los hogares demoró la vacunación de sus niños por efecto de la cuarentena, y 4 de cada 10 postergaron el control de salud de al menos uno de los niños/as del hogar.
Desde la SAP se afirma que la falta de controles en los niños pequeños además de estar relacionada a una disminución de las coberturas de vacunación, atenta contra la consolidación de la lactancia materna y promueve la incorporación de alimentación complementaria inoportuna en los más pequeños. Promueven que los padres se comuniquen con sus pediatras para programar las consultas de rutina para controles y vacunación y así lograr un contacto seguro en el marco de la pandemia.
Por otro lado, insisten en que los hospitales y centros médicos de atención son sitios seguros, en los que se cumplen con los protocolos de seguridad para minimizar las posibilidades de contagio del coronavirus SARS-Cov-2, protegiendo tanto a los pacientes y sus familiares como a todo el personal de salud involucrado en la consulta.
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