Por Juan Carlos Cambursano
La pucha…se nos fue Amadeo, quizás el último baluarte de la defensa de nuestros recuerdos de la infancia, una de las anclas emocionalesa esa etapa maravillosa de nuestras vidas, que se fue extendiendo indeleblemente con el transcurrir de los años hasta esta madures que hoy transitamos.
Allá en aquellos años felices, en nuestra fértil imaginación, pugnaban denodadamente los héroes de ficción, de historietas, con los terrenales, de carne y hueso, cuyas hazañas soñábamos algún día poder emular.
Entre éstos, peleando preferencias con Fangio, Pascualito Pérez, Pelé, Di Stefano, en mi caso personal con el “loco” Omar Oreste Corbatta, estaba Amadeo Raúl Carrizo, el sinónimo del arquero, que tenía la virtud de aglutinar la admiración y la idolatría de hinchas de cualquier divisa, incluso de muchos xeneizes.
En los potreros, en los “por si solos”, los ocasionales arqueros decían “soy Carrizo”, pese al mal trago del Mundial de Suecia en el 1958 y aquel lamentable 1 a 6 frente a Checoslovaquia, donde fue maltratado por el periodismo y muchos aficionados junto a otros compañeros de selección, a nosotros los pibes no nos afectó y seguimos siendo Carrizo, cuando nos tocó ir al arco.
Fui también Carrizo, en el Baby de Sarmiento en el verano 59/60, atajandopara Casa “Sbravatti”, ya que,sin tapujos, el “Gringo” eligió la casaca de su amado River para vestir anuestro equipo campeón.
Para esa época, una tardecita sentados en el andén de la estación del F.C.G.S.M. con mis amigos, compartiendo esas tan preciadas charlas “filosóficas” que solíamos tener, uno de ellos y mirando las vías dijo” pensar que por aquí pasó Amadeo Carrizo para ir a jugar a River”, nadie respondió, pero, todos dirigimos la mirada hacia Rufino, su pueblo natal y una de las paradas del “Cuyano”, acompañamos el recorrido de las vías hacia Retiro, contemplando el horizonte; ese, era nuestro gran sueño, realizar el mismo viaje y llegar a jugar en el club de nuestros amores. Ninguno pudo cumplir con esa utopía, pero, todos en algún momento de nuestras vidas hicimos ese trayecto para forjar nuestros destinos.
La reivindicación de Amadeo con la selección argentina luego del “desastre de Suecia”, llegó en la Copa de las Naciones, jugada en Brasil, en el año 1964, allí, con un equipo armado a las apuradas, nuestro seleccionado venció a Portugal, Brasil (campeón del mundo 1958 y 1962 con Pelé como figura estelar) e Inglaterra y ganó ese importante torneo con un Carrizo descollante, que mantuvo su valla invicta, con un penal atajado al brasileño Gerson incluido.
Luego en el 1966, en la final de la Copa Libertadores, entre River y Peñarol jugada en Santiago de Chile, que nosotros escuchamos clandestinamente con una Spika en el Colegio Nacional, se lo culpó injustamente de la derrota; River ganaba 2 a 0, Amadeo paró con el pecho un centro y salió jugando con el pie como solía hacerlo, dicen que los uruguayos tomaron eso como una cargada, reaccionaron fieramente e igualaron el partido 2 a 2, para luego ganarlo 4 a 2 en tiempo suplementario; realmente fue una banalidad culparlo a él del bajón futbolístico y anímico de todo el equipo.
De aquellos Carrizo, Alfredo Pérez y Vairo, a las formaciones que encabezaban, Carrizo, Ramos Delgado y Echegaray o Carrizo, Guzmán y Vieytes, o tantas otras que escapan a mi memoria, Amadeo Raúl Carrizo desde su debut en River, el 6 de mayo de 1945 hasta su último partido en el equipo millonario el 22 de diciembre de 1968 con 42 años de edad, disputó 520 partidos en el fútbol local, más 24 en la Copa Libertadores de América, defendiendo la valla de la selección argentina en 20 partidos. Para potenciar la idolatría que siente por él los simpatizantes del Club Atlético River Plate toda su carrera a nivel nacional transcurrió en esta entidad, donde logró siete campeonatos; solo al cierre de su trayectoria y en la faz internacional, tuvo un breve paso por Alianza (Perú) y uno más extenso por Millonarios (Colombia).
A los pocos días de su último partido con la divisa de la banda roja, por intermedio de su amigo Gastón Perkins, el fin de semana del 25 y 26 de enero de 1969, Amadeo Raúl Carrizo visitó Vedia, más precisamente al Club Social y Deportivo Atlanta, recibiendo múltiples muestras del cariño y de la profunda admiración que se profesaba por su deslumbrante figura.
Carrizo es considerado un innovador total en la técnica del arquero. Fue el primero que se animó a salir jugando desde su área, o a tirarse a los pies de los rivales para quitarles la pelota, o a sacar laterales, o gambetear a los adversarios (al punto de que en aquel tiempo era tan desacostumbrado que se lo solían tomar como una burla), o a ser un defensor más a la hora de que su equipo atacara.Otra extravagancia de Carrizo fue la de descolgar la pelota con una sola mano y detenerla con el pecho. También fue el primero en pararse delante de la barrera en los tiros libres, parando a sus compañeros en la raya de gol y el primero en usar guantes en el fútbol argentino en el año 1957. Es considerado por la FIFA el mejor arquero sudamericano de la historia y en su momento de esplendor peleo la condición de mejor arquero del mundo con el legendario Lev Yashin, “la araña negra”, el único arquero que logró “el balón de oro” (año 1963).
En una de las últimas notas que le efectuaron, Amadeo dijo: ““Yo fui un arquero que nació arquero, de esos que tienen habilidad de jugador de campo, de saber pegarle a la pelota, de gambetear, de cabecear. Pero para eso, hay que llevar al arco confianza, técnica, intuición para salir a cortar una jugada. Yo fui de esos arqueros que impiden la última instancia”.
Amadeo Raúl Carrizo, falleció el 20 de marzo, a los 93 años de edad, había decidido que sus restos descansaran para siempre en la necrópolis de su querido Rufino; su familia cumplió con sus deseos, así que tuvo su viaje de regreso a su pago natal; hubiera sido muy emotivo haber tenido la posibilidad de contemplar su breve pase por nuestra ciudad para darle el último adiós y despedir además los últimos vestigios de aquella infancia, tan, tan feliz…
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