El río tiene las ondulaciones que le da el viento. Desde el aire, puede verse una parte en su ancho original y luego una expansión abrupta en la que se triplica: es el pasaje de su estado natural al curso intervenido por el trabajo humano.

La panorámica es del Salado en la zona de Roque Pérez: en el tramo IV del Plan Maestro Integral, la megaobra que se inició en la provincia de Buenos Aires hace más de 20 años y que busca reducir los impactos negativos de las inundaciones y sequías en la cuenca.

Desde arriba, se ven las dragas y sus caños anchos negros que flotan en el agua y llegan a los campos linderos para largar chorros de barro. También las retroexcavadoras y los camiones.

“Se ve el concierto”, dice el subsecretario de Recursos Hídricos bonaerense, Guillermo Jelinski, en el marco de una recorrida por cielo, agua y tierra de la que participa DIB.

El río y el Plan

El río Salado se extiende por 640 kilómetros desde la laguna El Chañar (en la provincia de Santa Fe) hasta la Bahía del Samborombón en el Río de La Plata. Su cuenca abarca a 59 municipios bonaerenses, en una zona de alta producción agropecuaria.

“Es un cauce natural que drena una zona equivalente al 60% de la provincia de Buenos Aires, más de 17.500.000 de hectáreas”, explica Jelinski. Y agrega: “Esta cuenca tiene una característica particular: baja un metro cada diez kilómetros. La pendiente es prácticamente nula”.

Tras grandes inundaciones, en el año 1995 se decidió intervenir sobre el Salado y en 1997 una consultora internacional ideó el Plan Maestro de cinco tramos: la gestión de Daniel Scioli culminó los I y II y avanzó con la ejecución del III que terminó María Eugenia Vidal. En 2017, la exgobernadora licitó el IV que va desde la laguna Chica de Las Flores hasta la laguna de Bragado. Esta parte, la más extensa y costosa, está dividida en subetapas: 1A y 1B, 2, 3 y 4.

Desde la gestión de Axel Kicillof sostienen que el tramo, que comenzó a ejecutarse en 2018, venía “ralentizado” durante el gobierno anterior y advierten sobre la caída del financiamiento para la subetapa 2 en ese tiempo.

“Cuando agarramos la etapa 1B estaba en un 9% y hoy estamos en el 61%. La 3 estaba en el 9% y ahora está en el 35%. Y la 4 estaba en el 5% y está en el 53%. Podríamos haber hecho más, pero nos complicó la pandemia”, indica Jelinski.

Provincia trabaja actualmente para el financiamiento del tramo V y el funcionario bonaerense asegura que “la obra del Salado está muy encaminada”. En que, en las más de dos décadas, ya se excavaron en el río Salado unos 265 millones de metros cúbicos (a lo largo de 429 kilómetros). Es casi el doble del canal de Panamá: 183 millones de metros cúbicos (en 80 kilómetros).

¿Cómo se ensancha el Salado?

Saliendo de Roque Pérez, por una arteria de tierra se accede a la vera del Salado. Es a la altura del tramo de intervención IV-1B que abarca unos 34,6 kilómetros que se extienden desde el cruce del río con la ruta 205 hasta el puente de fierro de Carlos Beguerie.

Este subtramo es supervisado por Provincia, pero está a cargo de las constructoras Queiroz Galvao y Centro (una Unión Temporal de Empresas). Aquí trabajan más de 400 personas, hay 9 dragas, 80 camiones y entre 30 y 50 retroexcavadoras. En el resto del tramo IV se suman más de 300 trabajadores y otras diez dragas.

DIB participó de una recorrida por un tramo del Plan Maestro, la megaobra que se inició hace 20 años y en la que ya se excavó casi el doble del canal de Panamá.
Las dragas funcionan a toda hora.

En este sector, el Salado tenía un ancho original de entre 40 y 60 metros y una profundidad de entre un metro y medio y dos. El Plan contempla pasar a 200 metros y a cuatro metros, respectivamente.

Entre el camino y el río, las retroexcavadoras trabajan en seco: cavan piletones paralelos que están separados del agua por una porción de tierra. Luego ese resto se voltea y el cauce se ensancha. “Esto ya es río terminado”, explica Jelinski señalando uno de los pozos.

La tierra que sacan las retroexcavadoras son transportadas por camiones a los campos linderos y con ella se arman los recintos, algo así como canteros gigantes.

Pero esa no es la única manera de agrandar el Salado. En el agua, las nueve dragas del subtramo IV-1B están en funcionamiento a toda hora. Son plataformas metálicas rectangulares que flotan y se abanican rompiendo la tierra y succionando barro que es transportado en caños a los mismos recintos. Son manejadas por operarios desde una cabina en altura, en turnos de 12 horas.

“Se han generado 1.200 hectáreas en recintos donde cambia la calidad del suelo. Es un suelo con más nutrientes”, indica Jelinski. Y explica que, al estar elevados, estos espacios también servirán de resguardo para los animales cuando el agua esté fuera de su cauce.

Sustentabilidad y aprovechamiento

Jelinski señala que lo que la obra busca “es acelerar un poco a la naturaleza en esto de conformar mejor la red de drenaje” y sostiene que “lo que estamos haciendo ahora antrópicamente, iba a pasar naturalmente pero dentro de miles de años”.

Asimismo, advierte que la intervención no es destructiva y que respeta la forma del río. “Se ensancha y se profundiza, pero se mantienen las curvas”, detalla.

Por fuera de las obras de infraestructura, Provincia también planea utilizar tecnología para sistemas de alerta y medición, trabajar en la coordinación con los distintos actores de la cuenca y concretar un estudio sobre los humedales.

El Plan Maestro del Salado busca recuperar 8.500.000 hectáreas productivas, pero además hay una pata turística. Jelinski habla de “las playas de” Roque Pérez y Ranchos.  (DIB) MT