Uno, ya mayor, se ha cruzado en la vida con personas que te marcan, que, sin proponérselo, solo con su ejemplo, con su actitud, con sus principios para encarar la vida, te dejan una señal indeleble en el alma que la transforman en inolvidables.
Miguel Soriano, es una de ellas, un hombre que, en ninguna de las etapas de su vida pasó desapercibido, un hombre íntegro con todo lo que ello implica, un verdadero quijote empecinado en concretar sueños inverosímiles, en defender la justicia social, en desalentar los privilegios, la discriminación y la mediocridad. Un enemigo acérrimo del “no se puede”, delo “imposible”, enamorado empecinado del “se puede”, de los sueños, de la esperanza.
Allá en los cincuenta e inicios de los sesenta, más que piernas, tuvo alas con sus palomas mensajeras que recorrieron cientos de kilómetros con aquellas pruebas que organizaba la Asociación Colombófila “Alas Vedienses”, logrando el título de campeón con su Palomar “El Satélite” en el año 1961.
Antes, durante y después su gran pasión fue el pedestrismo de largo aliento, en una disciplina que era todo sacrificio, puso alma y vida; tanta pasión le permitió correr hasta pasados los 70 años, que luego se transformarían en caminatas, que fueron hazañas de tanto, tanto caminar.
Fue en esta rama del atletismo un gran maestro, sabio, exigente, motivador, sus discípulos fueron exitosos como deportistas y como hombres de bien, ya que el siempre predicó con el ejemplo. Seguramente Horacio Gauna, con sus títulos argentino fue motivo de su mayor orgullo y satisfacción.
Seguramente Miguel ha trascendido por sus aptitudes deportivas, sin embargo, las cualidades, los atributos, las peculiaridades de su dignísima personalidad lo convierten en un ser luminoso que esclareció conductas, decisiones y posicionamientos de horas cruciales de nuestras vidas.
Miguel se ha marchado a caminar por el cielo, allá se detendrá seguido para charlar con los ángeles, les contará pormenores de sus logros y los que le quedaron pendientes de concretar, será un duende parlanchín que lescontagiará las ganas de alcanzar hazañas inalcanzables…
Juan Carlos Cambursano
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